Habiendo fallado las revoluciones, y sin alternativas a la vista que reemplacen o se opongan al neoliberalismo, es necesario avanzar hacia un cambio cultural por encima de un cambio de signo político.

Recuperar la convivencia, nutrirnos de lo que cultivamos, fortalecer el sentido de lo público, he ahi parte de un programa imprescindible para cambiar Valparaíso y a quienes lo habitamos.

Y por cierto que sin cambios estructurales será mucho más difícil poder lograr una ciudad que nos humanice.

Trabajemos por el logro de una ciudad que acoge al ser humano en toda su integralidad. Seamos articuladores de una ciudadanía que entiende que para cambiar las cosas se deben cumplir deberes, y no atropellar la dignidad de los demás cualquiera sea la causa.

Y avancemos sin violencia hacia una nueva Constitución.

Vivimos en un momento complejo que representa una oportunidad histórica. No debemos dejarlo pasar o hacerlo zozobrar.

La verdadera rebeldía siempre estará cerca del actuar con inteligencia, del ser creativos y propositivos y del pensar siempre en los otros.