fbpx

Hábitos de retribución, solidaridad, colaboración y respeto

Facebook
X
LinkedIn
WhatsApp

Preguntaba don Manuel Riesco en una de sus tantas conferencias “¿De dónde creen ustedes que sale el pan que un matrimonio de viejitos jubilados va a comer el día de hoy? ¿Creen que estuvo guardado en una bóveda por 30 años? Evidente que no. Ese pan sale de una panadería en la cual hubo trabajadores activos que lo hornearon el mismo día en que los viejitos se lo van a comer”.

Riesco nos hace ver así que las jubilaciones que este mes van a cobrar los pensionados, salen del dinero que este mismo mes están cotizando los trabajadores en actividad. Por lo tanto, ni aún en las AFPs se rompe la ley de hierro según la cual los trabajadores activos son los que sostienen a los pasivos.

¿Y dónde está el dinero del fondo de pensiones? Pues simplemente no está en ningún lado. Ese dinero ya fue usado en forma de préstamos a los grandes grupos económicos, o en inversiones de riesgo principalmente en el extranjero. Lo que hay en las cuentas de capitalización no es dinero contante y sonante sino un derecho que se ha devengado. Pero los recursos para pagar el equivalente a tales derechos salen forzosamente de los aportes de quienes están cotizando hoy.

Por lo tanto, el dinero de las pensiones que se ha prestado no se va devolver nunca. Es una especie de esquema piramidal. El dinero se presta para que los grupos económicos hagan las inversiones necesarias para mantener o aumentar su capacidad productiva (Cuestión que en el pasado la tenían que hacer los productores con cargo a las utilidades de su negocio) sin tocar un peso sus utilidades, y las pensiones se van pagando con los que están cotizando mes a mes, y también con cargo a impuestos, por lo cual es oportuno agregar que los problemas demográficos, SÍ van a afectar el sistema de capitalización individual, del mismo modo que afecta a los sistemas de reparto.

Mientras tanto, los cotizantes se hallan expuestos a sufrir pérdidas cuantiosas en sus fondos (Las que no se recuperan) por causa de los bruscos movimientos bursátiles que son el resultado del juego especulativo al que se decidió dejar expuestos los ahorros previsionales. (Tal como está pasando ahora).

En síntesis, el sistema de AFP, es un sistema basado en una concepción absolutamente mercantilista y abusiva de las relaciones sociales a través del cual las élites empresariales han logrado lo que durante más de un siglo nadie osó, y que es hacerse más ricos sin tocar sus propias utilidades, metiéndole directamente la mano al salario de los trabajadores, para con un porcentaje del mismo realizar sus inversiones productivas.

Joaquín García Huidobro, intelectual vinculado al mundo conservador de nuestro país, tiene un extraordinario grado de coincidencia con Riesco en cuanto ambos diagnostican un incumplimiento por parte de las élites de sus deberes seculares; en un caso, por haberse vuelto esta pseudo oligarquía chilensis, una oligarquía impersonal, transitando de las viejas burguesías agrarias hacia una clase anónima llamada ABC 1, clase esta última que no posee hábitos de autorrestricción ni se haya obligada a cumplir ciertos «deberes de clase» (García Huidobro) y en el otro, por haberse vuelto la oligarquía nacional codiciosa como nunca en toda su historia, apropiándose por primera vez del ahorro nacional, es decir, metiéndole la mano directamente al bolsillo de los chilenos, no siendo bastante la apropiación de la ganancia dentro del proceso productivo, sino que ahora, la oligarquía se está apropiando directamente de los salarios de los chilenos, todo lo cual nos sitúa en el escenario actual de la “superexplotación” que genera el malestar actual (Riesco).

Ambos autores ponen de manifiesto el devastador efecto de la mercantilización de los hábitos culturales en el seno de la sociedad.

Por eso cuando decimos que la razón de luchar por recuperar la plaza Aníbal Pinto consiste en que una plaza es ante todo un centro de convivencia, donde es posible dialogar, encontrarse, disentir, caminar, observar y admirar, lo que estamos señalando es la relevancia de un cambio cultural que debe propender a incorporar hábitos de retribución, solidaridad, colaboración y respeto.

El individuo se construye desde la imagen del otro, sea comunitaria o bien fragmentada. ¿Y cómo afecta a nuestro país la existencia en lo cotidiano de una conciencia fragmentada, irrespetuosa del otro e individualista del mundo? Haciendo surgir un individuo que desprecia el espacio público e irrumpe con violencia en él, transformando la rebeldía en nihilismo. Un sujeto incapaz de pensar en el otro y de crear un proyecto común, que ha perdido la fe en todo y en todos.

No debemos olvidar por tanto que el campo de batalla somos también nosotros mismos y que la rebeldía del presente consiste en entender que ser ciudadano implica deberes, uno de ellos, quizás el más importante, el de comportarnos fraternalmente unos con otros.

Debemos ser entonces capaces de ir creando e incentivando hábitos en nuestra ciudad que puedan generar otras lógicas para el funcionamiento de nuestra sociedad, no puramente mercantiles sino también redistributivas y solidarias, como debiese ser un verdadero sistema de seguridad social.

Recuperar nuestros espacios públicos es uno de esos hábitos imprescindibles.