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Fascismo

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Con este título no pretendo caer en esa actitud en que basta con oponerse a los errores de Sharp en Valparaíso para ser tildado de fascista. Por el contrario, aduzco al peligro de quienes pretenden imponer sus visiones silenciando al resto con denostaciones, con etiquetas, con funas, con violencia simbólica e intolerancia.

Este fenómeno más que una definición, es susceptible de una caracterización histórica. Veamos.

1. Contradicción interna. El fascismo ha recurrido a métodos profundamente autoritarios para pretender afirmar la libertad. Combate la ausencia de democracia a través de procedimientos antidemocráticos y no aspira a restaurar ningún sistema democrático de los que lo pudieron haber precedido. Pretende un Estado Fuerte valiéndose o albergando en su seno movimientos con un fuerte tinte anárquico y disolvente. Para obtener sus ideales, el fascismo está dispuesto a cometer crueldades con las personas vejándolas o atropellándolas.

2. Negatividad. No se trata de un movimiento verdaderamente afirmativo o propositivo. Más que triunfar, es el resultado del desprestigio de las instituciones o legitimidades anteriores o establecidas. El fascismo administra la debilidad de los demás. No hay fuerzas políticas que posean el entusiasmo de estos movimientos puesto que no existe una forma de legitimidad (ideal democrático) que satisfaga o ilusione. El fascismo es el resultado de la crisis de la democracia representativa. Si nadie cree firmemente en ningún sistema político legal, es natural que triunfe quien se despreocupa de estos.
La fuerza del fascismo es proporcional al escepticismo de los demócratas en el antiguo ideal

3. Ilegitimidad. Para el fascismo, el ejercicio del poder obedece a motivos pero no a una legalidad. Motivos como un país más justo le son bastantes, pero la legalidad es instrumental. El fascismo usa las instituciones en la medida que sirvan a los fines o motivos iniciales, cuyos contenidos no son claros. Se opone al constitucionalismo. Se cambian los procedimientos institucionales según convenga. Es una victoria del caos jurídico. Su gran capital no es un nuevo orden institucional sino la fuerza de sus seguidores. (Los camisas negras o del color que sean)

La gran amenaza actual para nuestra sociedad es el riesgo de irrupción de un ethos fascista en la práctica política y cultural. Y es responsabilidad de todos evitar que ello ocurra.